lunes, 29 de diciembre de 2014

L'ultima a Belví

Nuestra última semana en Belvì


Durante la última semana queríamos aprovechar para aprender y recoger las recetas de los exquisitos platos que habíamos probado días atrás de los distintos vecinos y también de los voluntarios. El tiramisú de Lella, las Seadas de Zia Franca, Kalburabasti de Sedda, Menemen de Ahmet, Falafel y Kuskus (Kisir) de Tugce. Tengo que decir que la cocina Turca me ha sorprendido mucho, la verdad que es un espectáculo para el paladar.


El jueves teníamos la presentación del EVS a los alumnos de los institutos de los pueblos de al lado, pero venían todos a reunirse a Belvì. Después de la charla, hubo muchos brazos en alto a la pregunta: ¿A quién le gustaría hacer un voluntariado en el extranjero? Lo que nos dejo muy contentos y satisfechos.



El jueves nuestra vecina Valentina y Sebastiano nos prepararon una cena en su casa junto con su familia. Era la última cena en Belvi... con nuestra gran familia. También, tuvimos la oportunidad de cenar con nuestros amigos del pueblo que hicieron una cena impresionante en una caseta en un parque en medio de la naturaleza, donde el fuego nos calentaba e iluminaba la última noche nel nostro paese.

Al día siguiente viajábamos a Cagliari para volver a casa. Cagliari fue la primera ciudad que vimos en Cerdeña, por eso siempre será especial; pero también ciudad de despedidas. Más que una despedida es un “Arrivederci”, porque realmente se ha creado un vinculo entre voluntarios y vecinos de Belvì.

Han sido dos meses cargados de emociones, sorpresas, nuevos amigos, nuevas experiencias. Calidad, no cantidad, como bien describe Rinaldo Arangino a nuestro gran Belvì.

A veces no cuenta la cantidad de personas que conoces en tus viajes, en el mundo; cuentan las manos amigas.

Ahora puedo decir a aquellas personas que conocí hace dos meses en el aeropuerto “Adolfo Suarez” de Madrid, que tienen una mano amiga en Gumiel de Izán. 



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